Alejandro Celis

Todos quienes tienen ya un cierto recorrido en el Planeta Tierra estarán de acuerdo conmigo en que la vida no es simple ni fácil. A medida que avancemos, encontraremos una y otra vez grandes dificultades, grandes pruebas. Hay quienes se derrumban ante la magnitud de esos desafíos y otros que aprenden y se vuelven sabios. Un sanador que tuve el privilegio de conocer, Iván Taborga, me citaba una y otra vez a un poeta argentino, Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios), sobre todo cuando me veía abatido y cansado:

 

No te des por vencido, ni aun vencido,

no te sientas esclavo, ni aun esclavo;

trémulo de pavor, piénsate bravo,

y arremete feroz, ya mal herido.

 

La autora, Mireya Machí –de quien sólo conozco este libro– parece haber aprendido de los obstáculos que la vida le puso por delante. A una edad en que la mayoría de quienes conozco sueñan aún con apuestos príncipes en briosos corceles o en princesas envueltas en ropas vaporosas, ella pasó por pruebas difíciles, que a muchos quiebran. En vez de quebrarse, ella aprendió, sacó sus conclusiones y, una gran cosa: no tomó esa experiencia como una agresión personal, sino que con el tiempo tuvo la lucidez de ver que el comportamiento del otro era reflejo de grandes inseguridades y dificultades emocionales.

 

Tiempo atrás –1982–, en un taller de meditación, tuve una serie de fantasías respecto a que mi pareja estaba, en ese minuto, teniendo relaciones con otra persona… ¡bien dicen que la meditación le enfrenta a uno con los propios contenidos mentales! Felizmente, de esa experiencia saqué en limpio una gran enseñanza: da lo mismo si las fantasías respecto a lo que hace tu pareja se basan o no en una realidad. Lo que en verdad importa es poner atención al lugar desde donde esas fantasías se originan: mi propia inseguridad, mis temores de no ser querido ni de merecerlo, mi anhelo de que me amen.

 

Mireya abarca muy lúcidamente este punto en su libro, dando una serie de sugerencias e incluso habiendo estudiado a consciencia el proceso de su propia pareja celosa. El libro completo apunta a la necesidad absoluta de que tanto el agresor como el agredido se examinen a sí mismos y sanen sus heridas del pasado. Y Mireya va más allá, señalando que éste no es un tema de machismo –bueno que lo diga una mujer, porque le da más peso-, pues hay agresores y agredidos de cualquier género. Si bien los hombres tenemos más fuerza física –y por tanto, al menos por esa vía podemos generar más daño-, las mujeres también pueden ser sumamente destructivas, a través de la humillación, el desprecio o la crítica constante. Por tanto, es un tema de todos los seres humanos.

 

Sin títulos académicos al respecto pero sí una experiencia de vida, una actitud observadora y un excepcional análisis, Mireya nos entrega una obra que es una mirada diferente a la usual y una relevante contribución. Tal como las sustancias sicodélicas fueron abordadas con un enfoque punitivo y prohibicionista –equivocado y sin el efecto deseado– por décadas, la forma como miramos los celos y el enojo –y sus desgraciadas consecuencias– debe dar un giro importante. Este pequeño libro lleno de lucidez es, sin duda, un aporte necesario en tal dirección.

 

 

 

Alejandro Celis Hiriart

Psicólogo, escritor, relator, docente.

Precursor del movimiento Transpersonal en Chile.

Director del Instituto de Expansión de la Consciencia Humana.